martes, 25 de octubre de 2011

Jesus pregunta y reclama: Porque discutes sobre tu Miseria?

Les recomiendo este pasaje del diario de Sor Faustina, donde reporta un diálogo entre Dios Misericordioso y el alma pecadora. Pon especial atención en el último párrafo:
-Jesús: “Alma pecadora, no tengas miedo de tu Salvador. Yo el primero me acerco a ti, porque sé que tú sola no eres capaz de alzarte hasta Mí. No huyas, hijita, de tu Padre. Tratar de hablar de tú a tú con tu Dios misericordioso, que desea decirte palabras de perdón y colmarte de Sus gracias. ¡Oh, cuánto me es querida tu alma! Te tengo escrita sobre Mis manos. Has quedado grabada en la herida profunda de Mi Corazón”.
-Alma: “Señor, siento Tu voz que me invita a abandonar el mal camino, pero no tengo fuerzas ni valor.
-Jesús: “soy Yo tu fuerza. Yo te daré la fuerza para la lucha”.
-Alma: “Señor, conozco Tu santidad y tengo miedo de Ti.”
-Jesús: “¿Por qué tienes miedo, hija Mía, del Dios de la Misericordia? Mi Santidad no me impide ser misericordioso contigo. Mira, oh alma, que por ti he instituido un trono de Misericordia sobre la tierra, y este trono es el sagrario; y desde este trono de Misericordia deseo descender en tu corazón. Mira, no me he rodeado ni de séquito ni de guardias, puedes venir a Mí en cualquier momento, en cada hora del día quiero hablar contigo y concederte Mis gracias”.
-Alma: “Señor, tengo miedo de que no me puedas perdonar el número tan grande de pecados; mi miseria me llena de terror”.
-Jesús: Mi Misericordia es más grande que tus miserias y que las del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti descendí del cielo a la tierra, por ti Me he dejado crucificar, por ti he permitido que fuera abierto con la lanza Mi Sacratísimo Corazón, y he abierto para ti una fuente de Misericordia. Ven y obtén las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. No rechazaré nunca un corazón que se humilla; arrojaré tu miseria en el abismo de Mi Misericordia. ¿Por qué tendrías que pelearte conmigo sobre tu miseria? Dame el gusto, dame todas tus penas y toda tu miseria, y yo te colmaré con los tesoros de mis gracias”.

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